Seishun Buta Yarou wa Student no Yume wo minai - CapÃtulo 3, parte 6
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6
El viernes siguiente. 16 de diciembre.
Tras asistir a clase en la universidad hasta la tercera hora, Sakuta abandonó el aula en cuanto sonó la campanilla y regresó directamente a la estación de Fujisawa. Eran las cuatro y media cuando bajó en el andén. Consultó el reloj del tablero eléctrico que anunciaba la llegada del próximo tren.
Siguió a la persona que caminaba delante de suyo escaleras arriba y levantó su tarjeta en la taquilla. Al salir a la pasarela de varios pisos de la salida norte, el cielo al este seguÃa siendo apenas azul. Pero el cielo al oeste estaba teñido de naranja, y con el paso del tiempo se estaba pintando de noche.
Sakuta miraba la noche que se acercaba desde un banco en la plaza frente a la tienda de electrónica. El cielo se oscurecerÃa en sólo diez minutos. Todas las farolas frente a la estación se encendieron a la vez.
La gente de la plaza levanta la vista de sus smartphones justo en ese momento. En esta época del año, la fachada de la estación adquiere de repente un aspecto más espectacular debido a la iluminación.
Hasta que no pasaron cuarenta y seis minutos no apareció en la plaza la persona deseada. Un hombre con un abrigo gris marengo y pantalones negros. Lleva el pelo corto y bien peinado. Tiene unos veinticinco años.
Está mirando alrededor de la plaza como si buscara a alguien. Cuando sus ojos se encuentran con los de Sakuta, no le reconoce. Era natural, ya que sólo le vio una vez. Ni siquiera Sakuta se darÃa cuenta de que es él si se lo cruza por la calle.
El hombre se sentó en el banco frente a Sakuta, como si no encontrara a nadie con quien reunirse. Saca su smartphone del bolsillo del abrigo y lo consulta. También está operando algo. Probablemente envió un mensaje a la persona a la que esperaba, diciéndole que ya habÃa llegado.
Sin embargo, la chica que él esperaba no aparecÃa.
Sakuta vino en su lugar.
Tras levantarse del banco, Sakuta se dirigió directamente hacia el hombre. Sólo estaba a unos diez metros. El hombre, que estaba mirando su teléfono, levantó la vista, extrañado cuando se detuvo frente a él.
“Eres Sekimoto-sensei, ¿verdad?”
Le dijo.
“SÃ, ah, tú eres……”
Miró a Sakuta y puso cara de haberse dado cuenta de algo.
“Soy Azusagawa, trabajo a tiempo parcial como profesor en la escuela de reforzamiento”.
“Ah, sÔ.
Aunque parecÃa convencido, la mirada de Sekimoto vacilaba en la duda. No entendÃa por qué Sakuta le hablaba.
“Disculpe. Himeji-san no vendrá hoy. Soy su representante”.
“¿Eh……?”
Esta era la idea de Sakuta. Llegar a esto.
La incertidumbre se nota en los ojos de Sekimoto. Quizás los presentes en la plaza ya comenzaron a notar la extraña tensión entre él y Sakuta. Nadie parece estar mirando directamente, pero sin duda son objeto de observación.
“No tengo nada que decirte”.
Sekimoto se levanta rápidamente. Su voz estaba llena de cierta impaciencia, una especie de irritación incontrolable. Está a punto de marcharse.
“Espere, por favor”.
“……”
Sekimoto se detuvo como si su cuerpo reaccionara por sà solo. Sakuta percibió que, a pesar de sus palabras, estaba escuchando lo que le decÃa. Desde el punto de vista de alguien ajeno al caso, es un profesor que intentó abusar de su alumna, pero en el fondo es serio. Por eso fue capturado por Sara, quien juega sucio para robarse el corazón de todos los chicos.
Sakuta llamó a la espalda de Sekimoto mientras éste se quedaba quieto.
“Por favor, no vuelvas a contactar con Himeji-san.”
Sekimoto se dio la vuelta lentamente.
“¿Qué no la vea más?”
Sekimoto retrocede lentamente hacia Sakuta.
“Por……”
Antes de que Sakuta pudiera decir otra palabra.
“¡Quién carajo te crees tú!”
Sekimoto le agarró por el pecho.
Las miradas de la gente que pasa escuecen. Pero todo el mundo pasa de largo.
Sekimoto repite dos o tres veces la respiración agitada que se elevó en un instante. Su pecho subÃa y bajaba con fuerza.
Tras esperar a que se calmara un poco, Sakuta volvió a abrir la boca.
“Por favor, no le contestes más, aunque Himeji-san se ponga en contacto contigo”.
Mirando a Sekimoto a los ojos, Sakuta le dice las palabras que debe pronunciar de inmediato.
“……”
Le tiemblan los ojos. Están vacilando.
“Es por el bien de Himeji-san, asà que, si te preocupas por ella, por favor……”
Sakuta inclinó la cabeza ante Sekimoto, aún sujetándole por el pecho.
Naturalmente, la mano de Sekimoto se relajó. Finalmente, se separaron por completo, como si no tuvieran adónde ir.
“¿Le contaste a la escuela sobre esto……?”
Esa voz se oye en la nuca de Sakuta, quien mantiene la cabeza gacha.
Cuando levantó la vista, Sekimoto estaba claramente preocupado. Intentando esconderlo, también se siente angustiado porque no encuentra dónde esconderlo. No hay manera de salir de la vergüenza. El único que conoce una salida es Sakuta.
“Mientras tanto, le diré al director los resultados”.
“¿Resultados……?”
“Dijo que no habÃa pasado nada y que creÃa que ya estaba todo bien”.
“…… te agradecerÃa que lo hicieras”.
Eso era, creo, lo máximo que Sekimoto podÃa haber dicho en esta situación, en términos de gratitud.
“¿Me permites una cosa?”
“¿Qué?”
“Bueno……”
Sekimoto estaba a punto de decir algo. Pero.
“No, está bien asÔ.
Acaba de mencionarlo. Probablemente, querÃa preguntar algo sobre Sara. ¿Dijo algo sobre sà misma? ¿Cómo le va estos dÃas? ¿Cómo van sus estudios? Tal vez todo eso. Pero Sekimoto, que dijo que después de todo estaba bien, en realidad no preguntó nada.
“Bueno, ¿me permites?”
“……”
Sekimoto no dijo “sÔ. Ni siquiera dijo que no. No pudo decirlo.
“Después de que Himeji-san se gradúe de la preparatoria, ¿no estarÃa bien? Si Sekimoto-sensei todavÃa está dispuesto a algo en ese momento”.
“Lo pensaré”.
Las palabras pronunciadas sin esfuerzo sonaron a resignación. Lo único que le hacÃa fuerte era su forma. Pero hay veces en que las apariencias son necesarias. Al menos, era importante para Sekimoto en este momento.
“Bueno, entonces, lo dejaré asÃ. Cuida de Himeji-san”.
“SÔ.
“CuÃdate tú también”.
Forzando una sonrisa al final, Sekimoto desapareció en la estación, dejando tras de sà unas palabras que podÃan considerarse tanto sarcásticas como jocosas. Tiempo después ya no era posible encontrarle la espalda entre la multitud frente a la estación.
Las miradas de los que le rodean que sentÃa a su espalda prácticamente han desaparecido una vez que Sekimoto se ha ido. Sólo quedaba una……
Sakuta se dio la vuelta buscando la mirada que sigue clavada en él. Encontró rápidamente lo que buscaba.
Una esbelta figura de pie junto al parterre.
Era Sara mirando a Sakuta con ansiedad.
Cuando sus ojos se encontraron con los de Sakuta, su cuerpo dio un brinco y puso cara de “oh no……”
Se acerca lentamente a Sara.
“Prometiste esperarme en la escuela de reforzamiento, ¿no?”
“…… tu botón, se salió”.
Sara está mirando el cuello de Sakuta. Parece que se fue volando a alguna parte cuando lo agarraron por el pecho.
“Tengo botones de repuesto”.
Se refiere a los botones que vienen en una bolsita en las camisas nuevas.
“Me preguntaba cuándo usarÃa estos, pero veo que se usa en situaciones como ésta”.
Incluso cuando le subió el dobladillo de la camisa y le enseñó los botones, la expresión sombrÃa de Sara no cambió. Si hubiera sido la Sara de siempre, habrÃa dicho con una sonrisa: “Bueno, yo te lo coso”. Tras esperar un rato, Sara no dijo nada.
“Ahora que hemos terminado con nuestros asuntos, hablemos de lo que pasó ayer”.
“…… sÔ.
La respuesta también fue muy madura para Sara.
Un refresco de crema, un café flotante y una tostada de pizza se colocaron en la mesa entre Sakuta y Sara.
A un par de minutos a pie de la estación. Entraron en una cafeterÃa de estilo antiguo situada en medio de una estrecha callejuela.
Las sillas, las mesas y el menú tenÃan un ambiente de la era Showa. ¿Por qué resulta nostálgico incluso para Sakuta, que no sabe nada de la era Showa? La fórmula Showa de la “nostalgia” se ha colado de alguna manera en su mente.
El hielo del refresco de nata se derrite y el helado se hunde e inclina un poco.
“¿No deberÃas hacer una foto?”
Mirando el helado derretido, Sakuta habló a Sara, que estaba sentada frente a él. Fue Sara quien dijo que querÃa entrar en esta tienda. Una vez habÃa querido entrar en la cafeterÃa, pero debido a su aspecto adulto, que dificultaba la entrada a los estudiantes de secundaria, no pudo hacerlo ni siquiera con sus amigos.
A pesar de que su deseo se habÃa cumplido, Sara se quedó allà sentada, en silencio sin ni siquiera hacer una foto.
“¿Puedo beber esto ahora?”
Alcanza el flotador del café.
“Espera, por favor. Haré una foto”.
Presa del pánico, Sara levantó su teléfono y sacó una foto del refresco de crema, otra del flotador de café y otra de la tostada de pizza con su cámara. Sin embargo, estaba menos emocionada que cuando hacÃa fotos de los donuts antes. De alguna manera parece que sólo tomó las fotos de forma oficinesca. No hay muchos signos de que se esté divirtiendo.
Claramente, la mitad de la conciencia de Sara estaba concentrada en algo más que la fotografÃa.
“…… Um, Sakuta-sensei”.
Cuando retiró el teléfono, esta vez habló ella.
“¿Hm?”
“Estoy bien con Sakuta-sensei después de todo.”
Le mira fijamente. Parece que esto es lo que estaba pensando en silencio.
“Ya veo”.
Cuando Sakuta dio una respuesta vaga, la mirada de Sara huyó inmediatamente hacia el refresco de crema.
Coge el vaso y acerca la boca a la pajita. Después de tomar un sorbo.
“¿No deberÃa?”
Preguntó ella, mirándole.
Esta vez, la mirada de Sakuta huyó hacia el flotador del café.
“Himeji-san, ¿tienes en mente alguna universidad a la que quieras ir?”
“No especialmente en este momento”.
Sara hace girar la pajita. Todo el helado se hundió en el lÃquido.
“Bueno, es verdad. Sólo ha pasado un año”.
Sakuta también mete el helado en el flotador de café con una pajita para mezclarlo
“¿Por qué querÃas ir a esa universidad, Sakuta-sensei?”
“Para tener una vida universitaria divertida con mi novia”.
La imponente y genuina sonrisa de Sakuta deja boquiabierta a Sara. Es la primera sonrisa del dÃa. Pero aún no es un dÃa claro.
“Te gusta de verdad, ¿no?”
“La amo”.
Cuando la miró a los ojos y le dijo esto, Sara volvió la cara con expresión de sorpresa. Sus mejillas estaban un poco rojas.
“¿No te lo habÃa dicho, Himeji-san?”
“L-lo sé. Pero fue repentino, asà que me sorprendÃ. En primer lugar, no digas abiertamente a tus alumnos tales aspiraciones impuras”.
Sara culpa a Sakuta de parecer nerviosa.
“No está bien mentir a tus alumnos”.
“Entiendo. Cambiaré la pregunta”. ¿Qué ha entendido realmente? Sakuta no tenÃa ni idea.
“¿Para qué querÃas ir a la universidad, Sakuta-sensei?”
“Eso es……”
“No puedes decir que es para jugar a la parejita”.
La razón por la que Sakuta querÃa responder es adelantada por Sara.
Tal parece que tendrá que responder seriamente aquÃ. Aunque sea de una escuela de reforzamiento, está delante de una alumna. Eso tampoco se puede evitar.
“SÃ, es cierto. No es que no haya pensado en ello desde que hice las pruebas de acceso, pero…… ahora voy a la universidad con la intención de conseguir el tÃtulo de educador”.
“¿Eh? Sakuta-sensei, ¿vas a convertirte en profesor?”
Sara alza la voz sorprendida. La mirada perdida también es poco habitual en Sara.
“Por ahora, sólo son mis aspiraciones. No sé si soy adecuado para ello. No se lo he contado a nadie, asà que, por favor, no se lo menciones por ahÔ.
“¿Tampoco se lo has dicho a tu novia?”
“No se lo he dicho”.
“¿Ni siquiera a Futaba-sensei?”
“Tampoco se lo he dicho”.
Es cierto. HabrÃa estado bien hablar de ello, pero no tuvo ocasión de hacerlo. SerÃa extraño hacer una declaración repentina, asà que estaba la posibilidad de hablar de ello en el momento oportuno.
“Entonces es un secreto sólo entre ‘Sakuta-sensei’ y yo”.
Sara se rÃe alegremente. Parece que empieza a entrar un poco en su ritmo habitual.
“Pero si vas a ser profesor, sigo pensando que Sakuta-sensei tiene que mejorar”.
“También creo que es necesario que un profesor dé consejos adecuados para el futuro de los alumnos”.
“¿De verdad odias tanto que esté a tu cargo?”
Sara revuelve el helado de su vaso y le mira.
“Por supuesto que no me importa”.
Sakuta cogió una tostada de pizza y la mordió.
“Entonces……”
“Pero me gustarÃa que también probaras las clases de otros profesores. Es por tu bien, Himeji-san”.
“……”
“Si encuentras un profesor mejor que yo, puedes cambiarte, y si no, yo me responsabilizaré de mejorar tu nivel. ¿No serÃa bueno?”
“¿…… Le parece bien a Sakuta-sensei? Aunque elija a otro profesor”.
Sara sigue mezclando la crema y la soda. Ya no hay frontera entre el helado y el refresco.
“Si las notas de Himeji-san son incluso mejores de lo que son ahora, soy feliz como antiguo profesor a cargo”.
“¿Incluso si no me enseñas?”
“En cuanto a mÃ, no importa de cualquier manera”.
“No te importo, ¿verdad?”
“Lo importante para mà es que puedo ayudar a Himeji-san. Como tutor a tiempo parcial, claro está”.
“¿De verdad crees eso?”
“Yo sÔ.
Sin dudarlo, Sakuta respondió.
“……”
Sara le mira fijamente.
A Sakuta no le importó y dio un mordisco a su segundo trozo de tostada de pizza. No tuvo que ocultar lo que habÃa dicho antes porque era su verdadera intención. No habÃa necesidad de remendar con palabras.
Aunque todavÃa no tenÃa un objetivo claro para estudiar, llegará el dÃa en que encuentre alguna meta. En ese momento, deseaba no arrepentirse de su elección aquÃ. Ya que puede estudiar, no hay inconveniente en que pueda hacer más. De este modo, tendrá más opciones más adelante.
Las opciones para ambos se ampliarán. Si la vida de Sara va a enriquecerse de alguna manera, Sakuta simplemente tomará la decisión de hacerlo.
“…… Me di cuenta de que Sakuta-sensei me estaba tomando en serio”.
Al cabo de un rato, Sara se lleva a la boca el refresco de nata que queda. Cuando está vacÃo.
“Entonces, haré lo que dice Sakuta-sensei.”
Dijo con cara de no estar del todo convencida. ComprendÃa la corrección de las palabras de Sakuta, pero sentÃa que sus emociones no le habÃan alcanzado. En cada sÃlaba de sus palabras y en sus labios adustos se percibÃa una especie de insatisfacción por no poder hacer lo que querÃa.
“Me parece bien”.
Cuando Sakuta asintió y la miró, Sara volvió la cabeza hacia la ventana y huyó del contacto visual.
“Pero si no encuentro un buen profesor, le pediré a Sakuta-sensei que continúe conmigo”.
“Entonces tendrás que ayudarme a subir de nivel, ¿no?”
“Está bien”.
Dice Sara riendo. Aun asÃ, la expresión de Sara no se aclaró del todo. A veces hace falta un poco de tiempo para convencerse.
Sin embargo, el perfil de Sara que miraba por la ventana parecÃa decidida a algo. ParecÃa como si ya estuviera pensando en el futuro. Probablemente no era la imaginación de Sakuta.
Cuando Sakuta pagó la cuenta y salió del restaurante, Sara inclinó la cabeza y dijo: “Gracias por la comida”.
Caminan hacia la estación juntos. El propósito era llevar a Sara a la parada de autobús. Caminaron un rato sin decir una palabra.
“Ah, por cierto. Sakuta-sensei”.
Fue en el momento de esperar la señal cuando Sara volvió a abrir la boca. Su tono era extrañamente alegre.
“¿Hmm?”
Eso le extrañó, y le devolvió la pregunta como para incitarla a continuar.
“¿Ya has encontrado la respuesta a tus deberes?”
“¿Deberes?”
El semáforo se pone en verde y cruzaron el paso de peatones.
“Sabes lo que quiero decir, no te hagas el tonto. Se trata de mi sÃndrome de la pubertad”.
“Oh, eso. No tengo ni idea”.
“Sakuta-sensei, no estás tratando de resolver el problema en absoluto”.
Sara dice algo como si viera a través de él, con una mirada ganadora en su rostro.
“¿……?”
Las dudas de Sakuta se agravaron con estas palabras centrales.
“Estás tratando de trabajar hacia atrás desde la respuesta y curar mi sÃndrome de la pubertad, ¿no es asÃ?”
“……”
El corazón le late al oÃr el tono de voz de Sara, que parece recordárselo. La sorpresa pasa en un instante, y una sensación de duda infinita y un escalofrÃo parecido al miedo se apoderan de tu cuerpo. Por muy lista que sea Sara, costaba creer que se diera cuenta de algo asÃ.
Antes de llegar a la parada, los pies de Sakuta se detuvieron en medio de la rotonda. Bajo el techo de la pasarela de varios pisos.
“Por el bien de Sakuta-sensei, no creo que debas curar mi sÃndrome de pubertad, ¿verdad?”
Unos pasos más adelante, Sara también se detiene.
“¿Qué quieres decir?”
La luz anaranjada los ilumina a ambos.
Los dos están ahora en la misma lÃnea.
“Lo busqué, se llama clarividencia”. Llevaba un smartphone en la mano.
“¿Clarividencia?” Le devuelve la palabra desconocida.
“Puedo ver dónde está una persona, qué está haciendo y en qué está pensando, sin importar lo lejos que esté. Me doy cuenta”.
“……”
“Por eso conozco tantos secretos de Sakuta-sensei”.
“Mis secretos son sólo sobre mi licencia de enseñanza, que te dije hoy, y el número PIN de mi tarjeta de efectivo”.
“¿Y qué hay de buscar a Kirishima Touko?”
“……”
“¿Sorprendido?”
“Para ser sincero, estoy sorprendido”.
“Por cierto, yo también sé la contraseña. Es el cumpleaños de tu novia, ¿no?”
“¿Saben de qué color son los calzoncillos que llevo hoy, por casualidad?”
“Eso es acoso sexual”. Parece seriamente enfadada.
“No te preocupes. No me asomé al baño ni nada.” El rostro de la chica era bastante serio y enfadado.
“Esa idea también es acoso sexual”.
Con cara un poco avergonzada, Sara se enfada.
La libertad de pensamiento es más difÃcil de lo que parece.
“Volviendo al tema…… ¿Sabes dónde está Touko Kirishima ahora?”
“No lo sé”.
Recibió una respuesta distinta de la que esperaba. Antes, Sara ha dicho que puede ver dónde está y qué hace, incluso qué piensa, pero ¿qué significa esto?
“Las únicas personas que puedo ver son las que he conocido y con las que me he acercado…… un poco más”.
Golpea la mano que sujeta el teléfono contra la palma de la otra.
“Ya veo, entrelazamiento cuántico”.
“¿Qué es eso?”
Sara inclina la cabeza. A partir de esa reacción, Sakuta se dio cuenta de una cosa. Sara sabe lo que está pensando Sakuta. Sin embargo, eso no significa que pueda asomarse a sus recuerdos.
Los ojos de Sara asienten a los pensamientos de Sakuta.
“Lo primero que sé es que el entrelazamiento cuántico es una especie de fenómeno misterioso que ocurre en el mundo microscópico. Más allá de eso, tampoco lo entiendo muy bien”.
En este punto, los detalles de la teorÃa no son tan importantes.
Ahora hay otras cosas en las que pensar.
El uso del sÃndrome de la pubertad de Sara.
Si lo usaba bien, podrÃa averiguar lo que está pensando Kirishima Touko.
Es una situación que Sakuta no desearÃa.
“Puedo ayudar a Sakuta-sensei, ¿no?”
“Por cierto, ¿viste a Kirishima Touko en mi mente?” No es posible empezar sin confirmarlo.
“La vi. Santa Claus en minifalda”. El primer y mayor problema se resolvió fácilmente.
“Asà que, por favor, déjame conocer a Kirishima Touko”.
“No es el tipo de persona que puedes conocer, sólo porque quieres”.
Es realmente una persona digna de ser descrita como un dejado de la mano de Dios.
“Pero, Sakuta-sensei, prometiste ayudarla con la grabación en directo, ¿no?”
Desde luego que sÃ. Parece que Sara también “vio” el intercambio en ese momento.
“Si llamas a eso una promesa”.
El problema es la fecha. La fecha en que Touko le dijo que la ayudara fue el 24 de diciembre. Nochebuena, entre todos los dÃas.
“Ahora lo entiendes. ¿Por qué estábamos Sakuta-sensei y yo juntos en Nochebuena?”
Sara está contenta, como si hubiera resuelto un problema difÃcil.
Sakuta, por otro lado, no tiene más remedio que mirar hacia abajo.
¿HabÃa alguna forma de evitar este destino? Se lo plantea seriamente, pero no hay ningún atisbo de esperanza. Si sacrifica su cita de pijamas con Mai y averigua algo sobre Kirishima Touko, no hay más remedio que darle prioridad a eso por ahora.
Hasta que no sepa lo que significaba exactamente ese mensaje de la Akagi Ikumi del otro mundo, no tenÃa más remedio que hacer todo lo posible para asegurar su futuro con Mai.
“Himeji-san, ¿estás libre el 24?”
“Si Sakuta-sensei insiste, podrÃa agendarle una cita”.
“Hará frÃo, asà que ven bien abrigada”.